La publicidad que recibimos, puede abrumarnos
e incluso enfadarnos por su cantidad, su
insistencia y esa sensación de exposición de nuestra información personal,
además del coste ecológico que representa[1]. Quizá hemos pensado que
podemos hacer con o contra ella.
Si no queremos recibir publicidad no deseada
ni solicitada, una buena solución es darnos de alta en la Lista Robinson ( https://www.listarobinson.es ). Al formar parte
de ella expresamos nuestro deseo de querer dejar de recibir publicidad, bien sea por
correo electrónico, por correo postal, por teléfono, etc. Al no estar
gestionada por la Agencia de Protección de Datos, no garantiza la privacidad de
estos ni que dejemos de recibir publicidad al 100%, pero al menos es un buen
filtro.
Si no queremos pertenecer a esta lista o aún así nos llega
publicidad, he aquí algunas ideas en cuanto a la publicidad postal:
- Publicidad
electoral.
Este es un tipo de publicidad que no dejaremos de recibir de
ninguna manera, puesto que, con la ley
electoral, los partidos que concurren a las elecciones tienen derecho a acceder
al censo de las demarcaciones en las que se presentan, y es obligatorio estar
inscrito en él para poder votar.
Sería necesario que la ley electoral recogiera la existencia
de algún derecho a oposición a que se cediera esta información, o en su defecto
que existiera una especie de lista Robinson para este tipo de envíos, lo que no
sucede en ninguno de los dos casos. Así que lo que se puede hacer es devolver esos
envíos, teniendo en cuenta que se le cobrará el franqueo a los partidos
político que los hayan remitido.
Para ello:
- Escribe
«Devuelto» en la cara frontal del sobre.
- Escribe
«Rechazado» en la parte posterior.
- Lleva el
sobre a una oficina de Correos o deposítalo en un buzón.
Y listo.
- Publicidad
de bancos.
¿Cuántos créditos
que no hemos solicitado nos han sido concedidos? La de los bancos es otro tipo
de publicidad invasiva. Muchas veces esta
publicidad nos llega con un sobre de reenvío. Una opción es guardarla y posteriormente devolverla intercambiando
la publicidad y los sobres (En el sobre del banco A metemos la publicidad
del banco B y viceversa). Así obligamos al banco a hacerse cargo de gestionar
este correo (personal para recibirlo, destrucción de documentos, recogida
selectiva, etc.).
Aunque, como poco, siempre se puede enviar a reciclar toda la
publicidad postal, incluso sin abrir. Eso sí, si los sobres llevan una ventana
transparente, debemos retirar el plástico antes de tirarla al contenedor del
papel.
[1] Por cada 2,6 kilogramos de publicidad postal se ha utilizado un tronco
de 87 centímetros de alto por 20 centímetros de diámetro. Por otro lado, si consideramos su fabricación, esta ha
supuesto la emisión de 12,5 Kilogramos de dióxido de carbono, gas de efecto
invernadero por excelencia, 39 litros de agua y 4 Kilogramos de residuos,
además del consumo de energía.
EL LIBRO DE LAS 3R: REDUCIR, REUTILIZAR,
RECICLAR. Susana Martínez. Editorial: NUEVOS
EMPRENDIMIENTOS EDITORIALES
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